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Los pacientes traumatizados son un buen ejemplo de aquellos casos que requieren rápido diagnóstico y decisión por parte de un equipo de especialistas, y en particular, en un paciente difícil como es el felino, el cual en la medida que ha incrementado su importancia como animal de compañía se ha consti­tuido en frecuente víctima de los agentes producto­res de trauma. Se describe a continuación un caso de ruptura renal y vesical con sus aspectos quirúrgi­cos y radiológicos.

Descripción del caso

Un felino macho castrado, de raza mestizo y 8 años de edad fue llevado al Policlínico Quirúrgico ya que dos días atrás había salido de su casa y tras algunas horas de ausencia había regresado gritando en for­ma alarmante. Su dueña pensó que había sido vícti­ma de alguna pelea y lo dejó descansar durante el día sin molestarlo. Al día siguiente frente a su decaimiento y al observar los enormes esfuerzos que hacía para eliminar una pequeña cantidad de orina teñida con sangre, decidió llevarlo a su médi­co, quien lo refirió de urgencia al servicio de ci­rugía.

A la inspección mostraba su piel intacta, sin señales de traumatismo, las mucosas ligeramente pálidas, actitud decaída y manifestaciones de dolor espontáneo. Cada cierto tiempo se observaban te­nesmos urinarios, con eliminación de pequeñas cantidades de orina con sangre. Su respiración era pausada y alterada solamente por los episodios de dolor.

A la palpación no fue posible detectar alguna estructura con característica vesical logrando sólo provocar gran dolor en la zona abdominal. La tem­peratura corporal estaba en su rango normal.

Con el propósito de obtener una visión radiográ­fica de los órganos abdominales, se solicitó un estudio radiológico simple de abdomen, en dos proyecciones: latero-lateral y ventro-dorsal (Figs. 1 y 2).

 

Figura 1. Proyección latero-lateral.  No se delimita con claridad la zona renal.  Se observa  una zona de mediana a baja densiad radiográfica consecuente con acúmulo de líquido o sangre. Gran fondo del estómago y antropílorico muy dilatados pero en posición. Gas intestinal en cantidad. Colon desplazado ventralmente por un posible problema a nivel sublumbar.

Especificación técnica    100 mA
     56 Kv
0,16t
    80 cm F-P (Distancia Foco Pelicula)
 

Figura 2. Proyección ventro-dorsal.  Zona difusa de densidad radiográfica media a baja que desplaza intestino delgado y grueso hacia el plano derecho.  Sombra vesical inaparente.

Especificación tecnica    100 ma
      56 Kv
0,16t
    80 cm F-P

La sintomatología clínica y el estudio radiológi­co aconsejaron realizar una laparotomía con finés diagnósticos, para lo cual se procedió a preparar al paciente, depilando y desinfectando ampliamente la zona abdominal ventral.

El plan anestésico incluyó una premedicación con Atropina Sulfato (R) en dosis de 0,04 mg/kg peso corporal y Cloropromazina Clorhidrato 0,2 mg/kg peso corporal. Se instaló un equipo de mariposa(1) desechable y estéril, calibre 23 G para admi­nistración endovenosa, en la vena cefálica a través del cual se comenzó la fluidoterapia de mantención, para la intervención quirúrgica, con Suero Ringer Lactato(R) en dosis de 10 ml/kg por hora de inter­vención. La inducción se realizó con Tiopental Só­dico(R) en dosis de 10 mg/kg peso corporal.

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  1  Scalp Vein. Waitch Products Japan.

Laparotomía exploratoria

Se realizó una incisión mediana retroumbilical des­de la cicatriz umbilical hasta el borde anterior del pubis, con la finalidad de abordar la zona abdomi­nal media y posterior, sin complicaciones hemorrá­gicas de la pared.

El contenido visceral apareció cubierto en su totalidad por el gran epiplón. Al reflejarlo en sentído craneal fue posible observar algunas asas intesti­nales y la vejiga urinaria contraída y de aspecto congestivo que mostraba en su zona apical un diver­tículo conformado por mucosa vesical, en cuyo extremo se observó una zona de ruptura a través de la cual salía un flujo de orina a presión al ejercer compresión manual (Fig. 3). Se procedió de inme­diato a reparar la solución de continuidad de la mucosa vesical con catgut crómico 4/0, mediante sutura Lembert (Wingfield y Rawlings, 1979) sus­tentada en la submucosa y luego el divertículo trau­mático, cerrando el defecto de la capa muscular y serosa mediante sutura Halsted, que es invaginante y provee una buena resistencia frente a la posible distensión vesical (Wingfield y Rawlings, 1979).

 

Figura 3. La flecha muestra el flujo de orina que escapa a través de la ruptura en el extremo del divertículo vesical traumático (D), al ejercer presión sobre la vejiga

Se continuó la exploración utilizando el colon descendente para contener las vísceras abdominales mediante su meso, desplazándolas hacia el plano derecho del abdomen. Así fue posible visualizar el riñón izquierdo, que presentaba un desgarro en su cápsula peritoneal originando una hemorragia de regular magnitud. No se observaban alteraciones ureterales. Se suturó el defecto en la cápsula renal izquierda mediante sutura en U horizontal (Pérez, 1975) con catgut crómico 4/0 (Fig. 4) y una vez comprobada la efectividad de la hemostasis se pro­cedió a desplazar el contenido visceral abdominal hacia el plano izquierdo de la cavidad mediante el meso del duodeno descendente.

 

Figura 4. La flecha indica la sutura hemostática en la solución de continuidad de la cápsula renal.

El riñón derecho no mostraba alteraciones y sólo era anormal una zona de hematoma sublumbar que se extendía desde el lado izquierdo atravesando la línea media. No observando otras lesiones en la región, se procedió al cierre de la cavidad abdomi­nal mediante tres planos de sutura, peritoneo y muscular, intradérmica y piel.

El post-operatorio incluyó antibiótico-terapia y reposo en confinamiento. El curso de la afección posterior a la intervención fue favorable, desapare­cieron el dolor, los tenesmos y la hematuria y se observó una función normal de eliminación de ori­na. Las suturas dérmicas se extrajeron a los 10 días. Se realizaron dos controles posteriores, a los 20 y 40 días, en los que se comprobó clínicamente una buena condición general considerándose el paciente totalmente recuperado.

Discusión

El trauma renal en felino tiene características parti­culares derivadas de la anatomía de la especie. La movilidad de los riñones en relación al camino reduce las posibilidades de injurias graves; la inser­ción de los riñones a la pared corporal es laxa, lo que disminuye la frecuencia y gravedad de las he­morragias retroperitoneales (Catcott, 1975). Los vasos superficiales de la cápsula renal del felino favorecen la formación de hematomas subcapsula­res y su ruptura las hemorragias hacia la cavidad abdominal y la infiltración de sangre alrededor del pedículo renal y hacia el área sublumbar, consti­tuyendo un hematoma de tamaño considerable que puede obstaculizar la normal función renal y gene­rar gran dolor (Pratt, 1983).

La sospecha de ruptura de cápsula renal es indi­catoria de laparotomía de urgencia y es imprescin­dible realizar suturas hemostáticas en cualquier de­fecto de la cápsula renal (Pratt, 1983).

El caso descrito evidencia que pueden presentar­se graves lesiones traumáticas internas sin sintoma­tología clínica evidente. El examen radiológico fue de primordial importancia para una rápida y docu­mentada decisión quirúrgica. En este caso la laparo­tomía exploratoria, además de técnica diagnóstica, permitió el tratamiento adecuado para solucionar el problema.

Referencias

CATCOTT, E.J. Feline medicine and surgery. 2nd ed. Santa Bar­bara, Cal., American Veterinary Publications, 1975.

PÉREZ, L.A. Síntesis de los tejidos blandos. 2a ed. Santiago. Facultad de Medicina Veterinaria. Universidad de Chile, 1975.

PRATT, P.W. Feline Medicine. Santa Bárbara., Cal., American Veterinary Publications, 1983.

WINGFIELD, W.E., C.A. RAWLINGS. Small animal surgery. Phi­ladelphia, W.B. Saunders, 1979.

Recibido diciembre 1985, aprobado mayo 1986.