Contenido

La principal problemática que presenta la produc­ción ovina nacional, deriva del hecho que el esque­ma básico es de carácter extensivo (Claro y Chacón, 1978), y del sinnúmero de sistemas existentes ya que cada productor tiene uno propio, basado en la experiencia y conocimientos adquiridos a través de los años. Lo anterior, se traduce en sistemas mu­chas veces inadecuados, caracterizados por un es­tancamiento de la producción, bajos índices pro­ductivos y deficiente utilización del recurso prima­rio (Crempien, 1978; García y Cols., 1984; Mante­rola y Cols., 1984).

Los estudios nacionales se han traducido en nu­merosos esfuerzos para resolver los problemas planteados. Dichas investigaciones recomiendan intensificar el proceso productivo mediante la apli­cación de un 'paquete tecnológico', entre lo que se destaca, según Claro y Chacón (1978), encaste in­tensivo, forrajeo, preparto, empleo de parición protegida, destete precoz de los corderos y uso de cierta superficie del predio en pradera de siembra. García y Cols. (1984) agregan a lo anterior el encaste precoz de borregas, uso de 'flushing' o golpe ali­menticio preencaste y concentración del estro.

Estos sistemas productivos intensificados se han traducido en mayores ingresos por concepto de ven­ta de carne, lana y por mejor utilización de la pradera. Sin embargo, en general no consideran la engorda intensiva de corderos con dietas completas que aseguren altas tasas de ganancia de peso, como alternativa al pastoreo directo de las praderas natu­rales que conlleva ganancias más discretas.

Los objetivos de la presente investigación, fue­ron evaluar el comportamiento de corderos nacidos tarde en la temporada y sometidos a diferentes sistemas de alimentación. Estos sistemas de alimenta­ción fueron, el tradicional, en que el cordero perma­nece con su madre hasta los cuatro meses de edad sobre pradera natural; un destete precoz a las ocho semanas de edad y engorda sobre praderas cultiva­das; y un destete precoz a las ocho semanas seguido de una engorda en galpón con jaulas individuales, recibiendo raciones completas.

Material y métodos

El estudio se realizó en la subestación experimental Hidango (INIA), ubicada en la VI Región de Chile, entre los meses de octubre y diciembre (61 días). Se utilizaron 50 corderos machos Merino Precoz Ale­mán, de 8 semanas de edad y de un peso promedio de 18 kg, los que fueron distribuidos al azar en cinco grupos de 10 animales cada uno. Previo a la experiencia fueron vacunados contra enterotoxemia y sometidos a un período preexperimental de acos­tumbramiento por 15 días.

En los cuatro primeros grupos, los corderos fue­ron destetados a las 8 semanas de edad y recibieron los siguientes tratamientos: los grupos I, II y III, permanecieron bajo techo en jaulas individuales, donde recibieron a voluntad una dieta peletizada constituida por 100% heno de alfalfa; 50% heno de alfalfa y 50% afrechillo de trigo; 25% heno de alfalfa y 75% afrechillo de trigo, respectivamente. E1 grupo IV consistió en pastoreo de una pradera mixta de trébol subterráneo y falaris con una carga de 25 corderos/há. En el tratamiento V los corderos permanecieron sin destetar junto a sus madres, pas­toreando una pradera natural con una carga de 1 oveja/há.

Se controló el peso vivo en los días 1, 18, 32, 47 y 61 de ensayo, previo destare de 12 horas. Ade­más, en los grupos I, II y III se determinó consumo diario de alimento, lo que junto con la ganancia diaria de peso permitió estimar las cifras de conver­sión alimentaria como una medida de eficiencia de utilización del alimento. Por su parte en los grupos IV y V la respuesta a los tratamientos se evaluó sólo a través de la ganancia de peso, por la no disponibi­lidad de medios para medir consumo en pastoreo.

Las dietas de los tratamientos I, II y III fueron preparadas por una fábrica comercial de alimentos, y su composición nutricional se describe en el cuadro 1.

CUADRO 1 ANÁLISIS PROXIMAL Y CONTENIDO ENERGÉTICO DE LAS RACIONES EXPERIMENTALES (Base Materia Seca)  
-

Tratamiento

I

II

III

Materia Seca Original

%

91,8

91,4

91,0

Proteína Total (N x 6,25)

%

16,6

16,5

16,6

Fibra Cruda

%

21,4

16,2

13,3

Extracto etéreo

%

3,5

3,2

3,4

Cenizas

%

9,2

8,4

6,6

Calcio

%

1,40

1,10

0,71

Fósforo

%

1,67

0,65

0,73

Energía Digestible1

Mcal/kg

2,74

2,93

3,15

1Calculado según Bath y Cols., 1980.

La composición botánica del forraje y la disponi­bilidad de materia seca en ambas praderas, se deter­minó a través de las técnicas de Soto y Silva (1984).

La composición botánica se estimó tanto al ini­cio como al final del ensayo; en cada oportunidad se recogieron seis muestras al azar de 1,0 x 5,0 m. El conjunto de muestras de cada pradera se separó manualmente en sus componentes cuantitativamen­te más importantes, los que fueron secados durante 48 hr a 70°C en una estufa con circulación de aire. La proporción de cada especie se determinó en base a su peso seco.

La disponibilidad inicial y residual de materia seca (MS) en las praderas, se obtuvo tomando seis muestras al azar, similares a las ya descritas, en un muestreo sistemático que abarcaba toda la pradera. Las muestras individuales se secaron al igual que las anteriores, determinándose el contenido de MS por diferencia entre el peso inicial y final. La dispo­nibilidad inicial y residual expresadas en kg de MS/há, permitió estimar la ingesta de MS en el período experimental.

Para conocer el efecto de los tratamientos sobre las variables consideradas, se realizaron análisis de varianza simple, y en los casos en que éste resultó significativo, las diferencias entre medias específi­cas se determinaron a través de la prueba de Tukey. Los pesajes se ajustaron por covarianza para estan­darizar el peso inicial, y las ganancias de peso se calcularon por regresión de peso sobre días de en­sayo (Sokal y Rohlf, 1981; Snedecor y Cochran, 1967).

Resultados y discusión

Disponibilidad de materia seca y composición botánica

La disponibilidad residual de materia seca en la pradera de trébol subterráneo-falaris disminuyó en 3152 kg/há respecto de la inicial (cuadro 2). Al considerar el largo del período experimental (61 días) y la carga animal (25 corderos/há), se llega a una cifra de disponibilidad teórica de 2,07 kg de MS/animal/día. Se estima que entre un 44% (Rodrí­guez, 1979) y un 51% (Rossiter, 1966) de esta cantidad se pierde a causa del consumo y tránsito de la fauna silvestre, pisoteo de los corderos y condi­ciones climáticas (temperatura, horas luz) que indu­cen cambios físicos y fisiológicos en las plantas. Con esta consideración, la ingesta real aproximada habría sido del orden de 0,92 a 1,03 kg de MS/cor­dero/día, lo que sería insuficiente para mantener ganancias de peso aceptables. Agrava el problema, la época del año en que se realizó el estudio en que coincidente con la disminución en las cantidades de materia seca que rinde la pradera, hay también una disminución del rendimiento de energía digestible y proteína de ésta (Soto y Silva, 1984).

La composición botánica de la pradera de trébol subterráneo-falaris mostró un claro predominio de este último con respecto a las otras especies forraje­ras, porcentaje que aumentó aún más al finalizar el período experimental debido a su menor palatabili­dad (cuadro 2); en cambio, proporcionalmente, el trébol subterráneo disminuyó, por la mayor predi­lección de los corderos por esta leguminosa.

CUADRO 2 DISPONIBILIDAD DE MATERIA SECA Y COMPOSICIÓN BOTÁNICA PORCENTUAL DE LAS PRADERAS  
-

Disponibilidad materia seca (kg/há)

Composición Botánica

(% de la Materia Seca)

Pradera de siembra

-

Falaris

Trébol Subterráneo

Otras Gramíneas

Malezas

Muestra inicial

5,415

57,8

11,7

29,7

0,8

Muestra final

2,263

74,7

8,4

15,7

1,3

Pradera natural

-

Gramíneas

Leguminosas

Otras

-

Muestra inicial

1,175

76,7

0,8

23,1

-

muestra final

865

66,7

0,6

32,7

-

Respecto de la pradera natural (cuadro 2), la disponibilidad residual de materia seca disminuyó en 310 kg/há en relación a la inicial. Considerando los mismos factores ya analizados, la ingesta real aproximada habría alcanzado a 2,59 kg de MS/día por oveja con su cría, lo que también es insuficiente para mantener adecuadas tasas de ganancias de peso.

Peso vivo de los corderos

El peso vivo de los corderos al inicio del ensayo no mostró diferencias significativas entre los grupos (P > 0,05), aunque de hecho se observaron diferen­cias de 3,2 kg entre los tratamientos II y IV (cuadro 3).

CUADRO 3 PESO PROMEDIO (kg) DE LOS CORDEROS AJUSTADOS POR COVARIANZA,  SEGÚN TRATAMIENTO Y DÍAS DE ENSAYO  

Días de Ensayo

Tratamiento

1

18

32

47

61

I     Alfalfa 100%

20,6

26,0

30,6a

34,0a

36,4a

II    Alfalfa 50%, Afrechillo 50%

20,2

24,1

27,3b

30,7b

34,1b

III   Alfalfa 25%, Afrechillo 75%

21,7

23,7

26,2b

29,8b

     32,3b

IV  Pradera cultivada

22,5

23,5

25,4b

28,1b

29,1c

V   Pradera natural

23,4

23,9

25,4b

27,9b

28,6c

a, b, c: en columnas, letras distintas indican diferencias estadísticamente significativas (P < 0,01).

Con el objeto de estandarizar estas diferencias de peso inicial, a partir de los 18 días los pesos fueron ajustados por covarianza, con lo que se detectaron diferencias significativas (P < 0,01) a partir del día 32 entre el tratamiento I y restantes. Al finalizar el ensayo (61 días), el peso más alto correspondió al grupo I, seguido del II y III, no diferenciándose estos dos últimos entre sí y registrando los menores promedios los animales de los tratamientos IV y V. Los menores pesos de los corderos a pastoreo de­muestra que los animales nacidos tarde en la tempo­rada y que son criados en pradera natural o de siembra no alcanzan peso de beneficio en primavera que es la época de mayor demanda. Esto haría aconsejable, dependiendo del costo, el empleo de un sistema intensivo y el uso de concentrados.

Ganancia diaria de peso

Las mayores ganancias de peso en el período total del ensayo, obtenidas a través de la regresión de peso vivo sobré días de ensayo (cuadro 4), se pre­sentaron en los tratamientos I y II con 0,251 y 0,209 kg, respectivamente; las menores fueron para los grupos IV (0,133 kg) y V (0,122 kg) siendo significativas las diferencias entre ambos grupos de trata­mientos (bajo techo y pastoreo) (P < 0,01).

CUADRO 4 PROMEDIO DIARIO INDIVIDUAL PARA GANANCIA DE PESO, CONSUMO DE ALIMENTO Y EFICIENCIA DE CONVERSIÓN ALIMENTARIA SEGÚN TRATAMIENTO EN LOS CUETO PERIODOS Y EN EL TOTAL DEL ENSAYO

-

Período Experimental (ds)

Total Ensayo

Tratamiento

1-18

19-32

33-47

48-61

Ganancia de Peso (kg)

I

0,259a

0,321a

0,230

0,168ab

0,251A1

II

0,153ab

0,214ab

0,240

0,225a

0,209A

III

0,121b

0,175b

0,243

0,179ab

0,183AB

IV

0,103b

0,139b

0,183

0,079b

0,133B

V

0,121b

0,118b

0,167

0,061c

0,122B

Consumo de alimento (kg MS)

I

1,08a

1,38a

1,49

1,74

1,40a

II

0,81b

1,16b

1,42

1,75

1,26ab

III

0,82b

1,01b

1,29

1,46

1,13b

Eficiencia de Conversión Alimentaria (Consumo/ganancia)

I

4,15a

4,31

6,49

10,35

6,22

II

5,32ab

5,40

5,90

7,79

6,06

II

6,75b

5,79

5,32

8,13

6,49

(1)  Los valores de ganancia de peso para el total del ensayo, obtenido por regresión de peso destacado sobre días de ensayo, siendo 'b' la ganancia diaria e peso. Valores de r > 0,99. (A, b, c): En columnas dentro de una determinada variable, letra distintas indican diferncias estadísticamente significativas (P < 0,05). (A, B) En columnas, dentro de una determinación variable, letras distintas indican diferencias estadísticas significativas (P < 0,01)

Las cifras de los grupos I, II y III. son inferiores a las reportadas por Hervé y Williams (1978), los cuales trabajaron en similares condiciones, pero con una raza distinta a la Merino Precoz Alemán, obteniendo ganancias de 0,350 kg/animal/día. En cambio otros autores señalan valores similares a los obtenidos en el presente estudio para los grupos alimentados bajo galpón (Bush y Cols., 1978 y Manterola y Cols., 1984).

Las exiguas ganancias de peso de los grupos IV y V son inferiores a las señaladas por Claro y Cols. (1979) y Manterola y Cols. (1984), quienes trabaja­ron en condiciones similares. Esto se explicaría por la época del año en que se realizó el presente estu­dio, ya que como es sabido, las praderas maduran, luego se secan y disminuye su valor nutritivo consi­derablemente (Soto y Silva, 1984).

Al analizar la ganancia de peso en los diferentes períodos (cuadro 4), se observa que la mayor se obtuvo con el tratamiento I durante los dos primeros períodos, alcanzando valores cercanos a los de Her­vé y Williams (1978) y Summers y Cols. (1978). A nivel del período 33-47 ds desaparecen las diferen­cias entre tratamientos aunque las tendencias indi­can homogeneidad entre los tratamientos I, II y III, y ventaja de éstos sobre IV y V. En el período final (48-61 ds), el tratamiento II mostró una significati­va superioridad (P < 0,05) sobre IV y V, y una tendencia a mayores ganancias que I y III.

Cabe hacer notar que la ración del grupo I era de menor calidad nutricional que aquellas de los gru­pos II y III, aún cuando la ganancia de peso fue mayor en el primero. Esta superioridad podría de­berse a que las dietas II y III al contener una mayor proporción de concentrados, inducirían algunos problemas digestivos probablemente del tipo rume­nitis (Ørsrov, 1974), lo que redundaría en un menor consumo especialmente en los primeros días de ensayo, como se analizará en la próxima sección. Adicionalmente, es probable que el período preex­perimental no fuera suficientemente prolongado pa­ra permitir el adecuado acostumbramiento de la microflora y microfauna ruminal a este tipo de alimento (Church, 1974).

Consumo de alimento y eficiencia de conversión

En el cuadro 4 se observa que para el total del ensayo, el consumo de materia seca en el tratamien­to I superó en 0,27 kg/día al tratamiento III (P < 0,05) y en 0,14 kg/día al tratamiento II (P > 0,05). Que el acostumbramiento a la ración concentrada juega un rol importante como lo indica Mothers­head y Cols. (1985) queda demostrado al analizar en el mismo cuadro el consumo de alimento por período; durante los primeros dos períodos (1 a 18 y 19 a 32 ds), los animales en el tratamiento I superan (P < 0,05) a aquellos de los tratamientos II y III. A partir del período 33 a 47 ds desaparecen las dife­rencias entre los grupos, aún cuando se observa una clara tendencia del grupo lI (50% de concentrados en la ración) a mantener consumos similares al I, mientras que el grupo III (75% de concentrados) se mantiene durante todos los períodos con ingestas claramente inferiores a I, lo que se refleja en el resultado para el total del ensayo. Adicionalmente, el menor consumo inicial de los grupos con raciones que incluían concentrados, fue coincidente con la presentación de diarreas leves a manifiestas.

Los valores de consumo promedio para el total del ensayo de I, II y III, son similares a los descritos por Bush y Cols. (1978) y Latif y Owen (1980), quienes utilizaron raciones en base a maíz, cebada o avena, granos que en conjunto superaban el 90% de la ración. Son además superiores a los citados por Robinson y Forbes (1970), y Ørskow y Cols., (1974), quienes utilizando alimentos de similares características a los anteriormente descritos, indi­can consumos de 750 a 1000 g/día.

Considerando los consumos de alimentos (cua­dro 4) y la composición nutricional de las raciones (cuadro 1), es posible estimar los consumos de proteína cruda (PC) y energía digestible (ED) en los tratamientos, I, II y III a lo largo de los cuatro períodos (cuadro 5). Adicionalmente, se puede considerar la información de NRC (1975) respecto de requerimientos proteicos y energéticos de corde­ros; estos requerimientos para animales de 20 kg y ganancias diarias de 0,275 kg son: PC = 0,16 kg/d, ED = 3,21 Mcal/d, mientras que para animales de 30 kg con ganancias diarias de 0,300 kg los requeri­mientos son PC = 0,200 kg/d y ED = 4,49 Mcal/d.

Al realizar una comparación entre las ingestas de nutrientes (cuadro 5) y los requerimientos, para lo cual se consideró que los corderos pesaban 20 ó 30 kg de acuerdo a cuál cifra fuera más cercana al peso promedio del grupo en cada período se concluye que con excepción de los grupos II y III que mostra­ron un déficit de 19 a 13%, respectivamente, en el consumo de proteína en el período inicial. El grupo I en este mismo período y todos los grupos en el resto de los períodos ingirieron suficiente proteína como para lograr las ganancias indicadas. En lo que respecta a energía digestible, la situación es más crítica: durante el primer período, la ingesta energé­tica fue deficitaria en relación al requerimiento ta­bular alcanzando este déficit valores de 8%, 26% y 20% en los tratamientos I, II y III, respectivamente; concordante con este mayor déficit energético en II y III se observan menores ganancias de peso (P < 0,05) y valores de conversión alimentaria (ECA) más elevados (P < 0,05) indicativos de una menor eficiencia en éstos que en el tratamiento I (cua­dro 4).

CUADRO 5 INGESTAS CALCULADAS DE PROTEÍNA CRUDA Y ENERGÍA DIGESTIBLE SEGÚN TRATAMIENTO Y PERIODO1  
 

Período Experimental (días)

Tratamiento

1-18

19-32

33-47

48-61

Ingesta Proteica (kg/d)

I

0,18

0,23

0,25

0,29

II

 0,13

0,19

0,23

0,29

III

0,14

0,17

0,21

0,24

Ingesta Energética (Mcal/d)

II

2,96

3,78

4,08

4,77

II

2,37

3,40

4,16

5,13

III

2,58

3,18

4,06

4,60

  Para efectos de comparación de ingestas versus requerimientos, se asimila a 20 kg de peso los animales de todos los tratamientos en el primer período y aquellos de los tratamientos II y III en el segundo período (pesos inferiores a 25 kg). El resto de los grupos y períodos se asimilan a 30 kg (ver cuadro 3).

En el segundo período sólo el tratamiento I muestra un déficit de 16% en la ingesta energética, sin embargo su ganancia de peso superó lo espera­do, lo que sugiere una mayor eficiencia en la utiliza­ción de la ED en este grupo por sobre II y III, que a pesar de haber ingerido suficiente ED no alcanzaron las ganancias esperadas. Esta afirmación queda co­rroborada por los valores de ECA (cuadro 4) que indican una tendencia de los tratamientos II y III a requerir más alimento que I por kg de ganancia. Durante el tercer período, los tres grupos en cues­tión ingirieron ED en cantidades levemente inferio­res a lo esperado (9%, 7% y 10% de déficit en I, II y III, respectivamente), sin embargo, las ganancias de peso (cuadro 4) alcanzaron sólo al 77% en I, al 80% en II y al 81%, de lo esperado en III.

En el último período, a pesar de haber una inges­ta energética adecuada en los tres grupos experi­mentales, las ganancias de peso alcanzaron sólo el 56%, 75% y 60% de lo esperado en los tratamientos I, II y III, respectivamente (cuadro 4), indicando una franca disminución en la eficiencia de utiliza­ción de la energía que afecta menos al tratamiento II. Esto último queda en evidencia al analizar los valores de ECA que tienden a favorecer a este grupo en este período. Para el total del ensayo, los valores de ECA no difirieron (P > 0,05) entre tratamientos aún cuando la tendencia general favorece al trata­miento con 50% de concentrados en la dieta, segui­do del que recibió 100% voluminosos y en último lugar el tratamiento alto en concentrados (cua­dro 4).

Ørskov y Cols. (1974) y Latif y Owen (1980) encontraron valores de eficiencia de conversión su­periores (3,0) a las del presente estudio, utilizando raciones de mayor calidad y con alta proporción de concentrados. Arehart (1973) y Bush y Cols. (1978), trabajando con raciones de similar calidad a las del presente ensayo, encontraron eficiencias de conversión también similares.

Se puede concluir que los corderos nacidos tarde en la temporada y criados junto a la madre en pradera natural, o destetados en pradera artificial, presentaron dificultades para alcanzar el peso de beneficio. Adicionalmente, las ganancias de peso de los corderos de los tratamientos que recibieron dietas completas fueron significativamente mayo­res a los que permanecieron a pastoreo. Respecto de estos últimos, los tratamientos 100% voluminosos, y 50% voluminosos, condujeron a mayores ganan­cias de peso y tendieron a ser más eficientes que el tratamiento alto en concentrados (III).

Referencias

AREHART, L.A. Whole compared to ground sorghum grain fed toearly weaned lambs. Abstracts of papers, 65th Annual Meeting of the American Society of Animal Science. J. Anim. Sci. 37: 335, 1973.

BATH, D.L., J.R. DUNBAR, J.M. KINGS, S.L. BERRY, R.O. LEONARD, S.E. OLBRICH. By-products and unusual feeds­tuffs in livestock rations. Western Regional Extension Publi­cation. Pub. N° 39, Oct., 1980.

BUSH, R.S.; T.M. MCINTYRE; J.W. NICHOLSON. Pelleted com­plete grower-finisher ration for lambs. Can. J. Anim. Sci. 58: 571-577, 1978.

CLARO, D., D. A. CHACóN. Sistemas de producción ovina. Bole­tín Divulgativo N° 43. Estación Experimental La Platina (INIA). Santiago, Chile, 36 p., 1978.

CLARO, M. D., L. C. CREMPIEN, S. D. RODRÍGUEZ. Destete precoz de corderos en praderas sembradas del secano costero. Infor­me Técnico 1978-79, Area de Producción Animal, Estación Experimental La Platina, INIA, 1979.

CREMPIEN, L.C. Bases para nuevos sistemas de producción ovi­na. Congreso Nacional de Medicina Veterinaria, Chillán, Chile. Resúmenes de trabajos. Asociación de Medicina Ve­terinaria de Chile, pp. 71-72, 1978.

CHURCH, D. C. Fisiología digestiva y nutrición de los rumiantes. Zaragoza. Ed. Acribia, 1974.

GARCÍA, G.D., H.B. MANTEROLA, A.E. OLIVARES, A.M. CAM­POS. Desarrollo de sistemas de producción ovina. Investiga­ciones del Departamento de Producción Animal, Período 1981-1982. Avances en Investigaciones N° 3, pp. 87-95. Facultad de Ciencias Agrarias, Veterinarias y Forestales. Universidad de Chile, 1984.

HERVÉ, P.M., L.G. WILLIAMS. The effect of dried sugar beet pulp and barley based diets on growth and carcass characte­ristics of Welsh Mountain male lambs. 69th Meeting of the British Society of Animal Producción. Anim. Prod. 26: 379, 1978.

LATIF, M.G.A., E.A. OWEN. Note on the growth performance and carcass composition of Texel and Suffolk sired lambs in an intensive feeding system. Anim. Prod. 30: 311-314, 1980.

MANTEROLA, B.H., S.M. MUÑOZ, P.M. MERELLO. Desarrollo de un sistema intensivo de producción de carne ovina en el secano semiárido de Chile. I. Estudios de comportamiento de corderos destetados a distintos pesos y sometidos a diferentes sistemas alimenticios. Avances en producción animal. 9: 141-149, 1984.

MOTHERSHEAD, D.E., J.J. LYNCH, R.L. ELWIN, G.C. GREEN. A note on the acceptance of several types of cereal Grain by young sheep with and without prior experience of weat. Anim. Prod. 41: 257-259, 1985.

NATIONAL ACADEMY OF SCIENCES (NAS), Nacional Research Council (NRC). Nutrient Requirements of sheep. Wash­ington D.C., USA., 1975.

ØRSKOV, E.R., C. FRASER and I. MCHATTIE. Cereal processing and food utilization by sheep. 2. A note on the effect of feeding unprocessed barley, maize, oats and weat on food utilization by early-weaned lambs. Anim. Prod. 18: 85-88, 1974.

ROBINSON, J.J., T.J. FORRES. A study of protein utilization by weaned lambs. Anim. Prod. 12: 95-105, 1970.

RODRÍGUEZ, S.D. Influencia del momento de utilización de la pradera natural de la zona mediterránea central de Chile, en el consumo ovino. Tesis, Santiago, Escuela de Agronomía, Fac. de Cs. Agronómicas y Forestales, U. de Chile, 1979.

SNEDECOR, G.W., W.G. COCHRAN. Statistical methods. 6h Edi­tion. Iowa State University Press, Ames, Iowa, USA., 1967. SOKAL, R.R., F.J. ROHLF. Biometry. 2nd Edition. W.H. Free­man and Co. N. Y. USA., 1981.

SOTO, P.O., M.G. SILVA. Consumo de forrajes de ovinos que pastorean una pradera mediterránea anual. 1 Características del forraje y las dietas seleccionadas en diferentes momentos de utilización. Avances en Producción Animal. 9: 51-62, 1984.

SUMMERS, R.L., J.D. KEMP, G.G. ELY, J.D. FORX. Effect of weaning, feeding systems and sex on lamb carcass characte­ristics and palatability. J. Anim. Sc. 47: 622-629, 1978.

Recibido julio 1986, aprobado octubre 1986.